martes, septiembre 23, 2008

Cuento

Se despertó. Vio el cuento enfrente de él, que lo miraba con ojos suplicantes. Necesitaba que alguien lo escribiera. Nunca había visto una historia que lo apremiara tanto como este cuento que lo miraba. Perfectamente visible, evidentemente único. Era un cuento que no se ve todos los días: lo único que necesitaba era ser escrito. Y lo pedía. Parecía que estuviera de rodillas, rogando. Si no lo escribía, nadie podría leerlo. El hombre ya había desistido de la literatura, luego de rotundos fracasos que le borraron las ínfulas de escritor de un plumazo. Pero este era un caso de vida o muerte. No se trataba de un cuento en la mente de alguien o de un cuento completo aunque fallido. Se trataba de un cuento que ya existía. Sólo había que ponerle letras, colocarle acentos, separarlo con puntos y comas. Escribirlo. Y el escritor, que era piadoso y comprensivo, se sentó ante la computadora. La prendió, esperó y luego buscó la hoja blanca en la pantalla. Comenzó a escribir. Sintiéndose salvado, el cuento sonrió.

Joanna

1 comentario:

David Bolivar dijo...

Por fin!!! Me escribió! Ya estaba cansado de estar frente de el y naada que actuaba. Solo deja volar la imaginación y enfocate en nutrirte de mis cualidades, mis sentidos, sentimientos, actuaciones, anécdotas, costumbres....En fin, argumenta cada detalle y no pongas a dudar a los lectores de mi.

Atentamente: El cuento.