lunes, julio 24, 2017

9 apuntes sobre ser inmigrante


Pixibay.com / josealbafotos /CC0 Public Domain
Hace tres años y medio me fui de mi país y, en mi experiencia como inmigrante, he recopilado algunas experiencias y pensamientos que quiero compartir con ustedes. Emigrar es una experiencia tan plena de matices que estoy segura que otros inmigrantes podrían ampliar estos apuntes y proponer unos nuevos; si es así, siéntanse libres de comentar.

Tienes una historia que contar: Basta que digas "Hola" para que alguien note tu acento, te pregunte de dónde eres y comience el rosario de preguntas: ¿desde hace cuánto estás aquí? ¿qué te ha parecido nuestro país? ¿ya te adaptaste? A mí, personalmente, me parece genial. Cada vez que sucede me da la oportunidad de contar mi historia y, de paso, hablar de mi país. Ser "el extranjero" siempre te permite tener un tema de conversación y es la mejor forma de romper el hielo cuando conoces a alguien. A mí, que no siempre se me da lo de socializar, me parece una gran ventaja.

Eres un embajador de tu país: Te guste o no. Tu forma de comportarte definirá, de alguna manera, lo que las personas que te rodean piensen de la gente de tu país. Es una gran responsabilidad, pero también una oportunidad de dejar una buena impresión y abrirle la puerta a otros coterráneos que, como tú, han tomado la decisión de emigrar.

Es una experiencia agridulce: Sabes que estás viviendo muchas cosas que quizás nunca hubieras podido experimentar en tu país y eso aplica tanto para las buenas como para las malas vivencias. A lo mejor estás conociendo la nieve, estás disfrutando de un transporte de alto nivel o simplemente estás saboreando las mieles de la independencia. Sin embargo, probablemente también estás extrañando a tu familia, no tienes muchos amigos y tus apuntes chistosos, tan populares en tu tierra, ya no hacen reír a nadie. Hay días en los sientes que tomaste la mejor decisión y otros en los que te arrepientes de haber cambiado tanto tu vida. Hay días, incluso, en las que ambas sensaciones se mezclarán. Y sí, es normal.

No eres de aquí, ni eres de allá: A lo Facundo Cabral. En el país que te acogió, te sientes el más patriota. Tratas de no perder ni tus costumbres, ni tus modismos, ni tus intereses. Sin embargo, cuando hablas con tu familia o amigos, te escuchan diferente. Todos notan un cambio en tu acento, te escuchan palabras que jamás habías dicho y se dan cuenta  de tu interés por ciertos temas que solo atañen a tu nuevo país de residencia. Y así, comienzas a no pertenecer del todo a ningún territorio. Cuando visitas a tu gente, te ven raro porque ya no eres el mismo. Para los que conviven contigo en tu nueva realidad, siempre serás el extranjero. Es mejor que te acostumbres -yo ya me acostumbré-pues eso no va a cambiar en el futuro. Esa sensación de no pertenecer del todo siempre te va a acompañar.

Verás de una forma diferente a tu país: No solo a uno lo ven distinto: uno comienza a ver diferente a su propia patria. Emigrar te obliga a cuestionar muchas de las certezas que tenías y te enfrenta a nuevas costumbres, visiones y concepciones sobre la vida. A veces, te darás cuenta que en tu país hay cosas que están decidamente mal, aunque nunca las percibiste de esa manera mientras vivías allí. También verás que tiene virtudes que nunca valoraste y que hoy, a la distancia, parecen incluso más grandes. Sin duda, redescubrir tu lugar de origen es una de las tareas que están asociadas a la emigración.

Recordarás tus primeros días: En tu nuevo país de residencia, por supuesto. Recordarás que muchas de las cosas que hoy te parecen normales, cotidianas y hasta aburridas, en un momento te sorprendieron y te parecieron novedosas. Cuando uno está recién llegado en un nuevo país, se convierte en un niño que abre por primera vez sus ojos al mundo. Esos primeros momentos que se viven en un nuevo territorio no siempre definen nuestra experiencia allí, pero de alguna forma siempre nos acompañan porque están llenos de sorpresa, de emoción y, por supuesto, de nostalgia. Constituyen el comienzo de una nueva vida.

Recordarás tus últimos días: Me refiero a los últimos días que pasaste en tu país natal. Ese conjunto de vivencias que tuviste al lado de tu familia, las despedidas que te organizaron tus amigos, las compras nerviosas que hiciste a última hora... todo eso estará tatuado en tu alma para el resto de tu vida. De alguna manera esos días tienen un significado especial porque tú sabías que tu vida estaba por cambiar para siempre. Todo estaba teñido de emoción, de expectativa, de tristeza. En mi caso, tengo vivo un recuerdo específico: un almuerzo al lado de la playa que tuve con mis padres el día antes de emigrar. Estábamos en La Guaira y yo solo podía ver el mar, llenarme los ojos de esos azules que sabía que no vería en mucho tiempo, respirar ese rumor de brisa y arena que, en cierta manera, habían moldeado mi existencia. Nunca olvidaré lo que sentí ese día y sé que ustedes, con otros protagonistas y en otras locaciones, también tienen su propio "almuerzo en La Guaira".

El futuro no está claro: Hay personas que parecen tenerlo resuelto: han echado raíces lejos de su tierra, han formado una vida estable y segura y ya no ven la posibilidad ni la conveniencia de volver. Otros confían en que el destino los termine regresando, de una u otra manera, a su lugar de origen. Sin embargo, nunca se sabe. Los que hoy parecen ser felices fuera de su país pueden terminar retornando y aquellos que juran que volverán sin dudarlo, pueden terminar haciendo sus vidas para siempre en otras geografías. Por eso, la única certeza que se tiene al emigrar es que el futuro no está claro. Tanto volver como quedarse son posibilidades reales para un inmigrante.

Una parte de tu país vivirá en ti: Claro que vas a hacer una vida normal y funcional en tu nuevo lugar de residencia. Trabajarás, hablarás de deportes, comentarás los chismes del espectáculo, te emocionarás con los avances que tenga esta nación que te ha acogido y sufrirás cuando algo malo le suceda. Sin embargo, tu alma y tu cabeza siempre guardarán un espacio para ese territorio que te vio nacer. A veces los años o las experiencias modificarán el tamaño de este espacio, pero siempre estará allí. Una parte de tu país siempre vivirá en ti y, sin dudarlo, dejará su estela en todas tus vivencias.

Joanna Ruiz Méndez

martes, julio 18, 2017

Cuentos Completos I


 

Hace mucho tiempo, siendo adolescente, leí El Universo de Isaac Asimov. Comencé a leerlo sin mucha expectativa y quizás sin saber muy bien quién era el autor. La obra narra las aproximaciones científicas que ha tenido la humanidad sobre el cosmos a lo largo de la historia y describe cómo cada una de estas concepciones ha contribuido a generar conocimiento sobre este tema. Recuerdo que en aquella época sólo me cautivaba todo lo que fuera artístico y huía de los rigores de la ciencia; sin embargo, el texto capturó mi atención y hasta logré comprender algunos cálculos que Asimov presentaba para explicar ciertas teorías. Que hubiera tenido ese efecto en mí, que repelía todo lo que oliera a números o cualquier cosa que me llevara al terreno de las matemáticas o la física, solo significaba algo: ese libro era formidable.
Pasó mucho tiempo antes de que volviera a adentrarme en la obra de Asimov y lo hice este año cuando comencé a leer Cuentos Completos I (Ediciones B, 2016), una compilación de sus cuentos de ciencia ficción. El futuro de tintes distópicos que presenta el autor en estos relatos es fascinante, así como lo es su visión de la humanidad y de la tecnología.
En casi todas las historias hay seres humanos retados por las circunstancias, presos de emociones universales y protagonistas de vivencias insólitas. Los avances tecnológicos, aunque cambian la forma de aproximarse al mundo, no pueden aliviar temores ni dudas que son ancestrales. Muchas veces las respuestas que buscan no las pueden encontrar ni siquiera en Multivac, una supercomputadora que compila todo el conocimiento de la humanidad y que es un personaje recurrente y destacado en muchos relatos.
Isaac Asimov era un gran narrador, por lo que todos los cuentos son de gran calidad. Sin embargo, hubo algunos que me parecieron particularmente buenos como La última pregunta -que invita a una reflexión sobre el concepto de divinidad-, El niño feo -un relato absolutamente conmovedor sobre el poder del amor materno- y Profesión -una historia que celebra la valentía del hombre que se atreve a elegir su propio camino y no el que se le ha impuesto-.
Quedé absolutamente fascinada con estos cuentos que invitan a reflexionar, a celebrar y a descubrir la naturaleza humana. No puedo esperar a leer los Cuentos Completos II para seguir maravillándome con el magnífico universo que creó Isaac Asimov.

Joanna Ruiz Méndez

martes, julio 11, 2017

Chicas muertas




Durante la Feria del Libro de Bogotá, mi hermana y yo asistimos a Ni una más, ni una menos: literatura y violencia de género, una charla entre Andrea Salgado y la escritora argentina Selva Almada. Durante la misma, la segunda habló de su libro Chicas muertas (Literatura Random House, 2015) y del proceso que le permitió conocer a fondo las historias de tres mujeres asesinadas en circunstancias nunca del todo esclarecidas. Almada fue tan elocuente al hablar de su obra que, al terminar la charla, mi hermana salió directamente a comprar el libro y regalármelo.
Agradezco el regalo. El libro de Almada es un relato sencillo pero poderoso que nos enfrenta a un miedo universal -y diría ancestral- que nos une a todas las de mi género: que un hombre nos pueda hacer daño porque sí, porque puede, porque somos mujeres.
Chicas muertas nos presenta a María Luisa Quevedo, Sarita Mundín y Andrea Danne, tres mujeres asesinadas en la década de los 80 en Argentina, es circunstancias disímiles. A las jóvenes no solo las conocemos como víctimas, sino también como hijas, hermanas y parejas. Podemos oír sus voces a través de los relatos de sus seres queridos y de personas que, por una u otra razón, estuvieron relacionadas con los casos. También las conocemos mejor gracias a la Señora, una tarotista a la que la autora consultó para poder conectarse con las protagonistas de esta historia. El recurso, que podría haber sido un elemento banal, realmente le agrega atractivo a la obra. 
En este libro no hay respuestas definitivas. Almada no intenta conocer la verdad detrás de cada crimen, tan solo nos deja pistas, comentarios sueltos, hipótesis. La única certeza -y coincidencia- que parece existir en estas tres historias es que estas chicas fueron asesinadas por el hecho de ser mujeres. Y como ellas, también otras: la autora menciona varios casos de violencia de género a lo largo de la obra. Al dolor y la tristeza que se siente al leer cada uno, también se suma el temor que produce saber que ninguna mujer está exenta de sufrir alguna situación violenta a lo largo de su vida.  
Chicas muertas engancha el alma de cualquier lectora. Todas las mujeres hemos experimentado, en mayor o menor medida, situaciones de acoso. Todas hemos tenido que apurar el paso en las calles oscuras o al pasar frente a un bar lleno de hombres, hemos rezado cuando el taxista toma una ruta diferente a la planeada, hemos derramado lágrimas por un toque inapropiado o por un piropo soez. Además, el libro también nos enfrenta a otra realidad terrible: no siempre el mal está fuera de casa. ¿Cuántas mujeres no tienen al verdugo en su hogar en forma de padre, padrastro o esposo?
Sin embargo, no es una obra exclusiva para mujeres. Cualquier hombre puede sensibilizarse con estas historias y deleitarse con la narrativa de Almada. Sin pretensiones y sin artificios, la autora logra escudriñar el alma de sus entrevistados, describirlos con sus matices y contradicciones y presentar un libro fresco y profundamente honesto. 

P.D.: Si han leído este blog, sabrán que nunca comparto fotos mías, pero esta vale la pena: aquí estoy con Selva Almada después de que me firmara mi ejemplar de Chicas muertas durante la Filbo 2017. 



Joanna Ruiz Méndez

lunes, julio 03, 2017

Desafío de lectura 2017, ¿cómo vamos?


El año se ha ido volando, ¿cierto? Al menos así lo he sentido yo. Los viajes de trabajo, cambiar de trabajo, las horas dedicadas a la tesis (y a la maestría, en general), mantenerme en forma (o al menos intentarlo), entre otras actividades, me hicieron sentir que los primeros seis meses de 2017 se fueron en un abrir y cerrar de ojos. Y aunque eso me ha mantenido alejada de la escritura -y específicamente de este blog- puedo afirmar orgullosa que he conseguido tiempo para mantenerme al día con la lectura. He leído muchísimo más que lo que había leído para esta misma época en 2016, lo cual es una buena noticia: leer me recarga, me renueva y me conecta con otros universos, algo fundamental para sobrellevar la no siempre fácil vida cotidiana.

No me he olvidado de mi Desafío de lectura 2017 y espero que ustedes tampoco lo hayan hecho. Aquí les cuento como voy:

- Un libro recomendado por tu mejor amigo. Adriana, mi queridísima amiga de la infancia, me recomendó La rebelión de Atlas, de Ayn Rand. Lo buscaré, lo leeré y les contaré qué me pareció.
- Un libro de ciencia ficción. Me leí el primer tomo de los Cuentos Completos de Isaac Asimov publicado por Ediciones B. El universo creado por este autor es absolutamente fascinante. No les contaré más porque este libro merece un post completo.
- Por ser Islandia un país en el que cultivan la lectura con tanta pasión, me parece más que justo incluir en este reto un libro escrito por algún autor islandés. 
- Un libro de poemas.  
- Un libro que te haya conmovido en tu infancia o adolescencia. 
- Una novela erótica.
- Un libro sobre algún escritor o escritora que haya ganado el Premio Nobel de Literatura.Infancia de J.M. Coetzee. Después de haber leído la magnífica Verano, la cual ahonda en su vida adulta, quise conocer un poco más sobre la niñez del autor. Como siempre, Coetzee no decepciona: el libro es crudo, sincero y profundamente humano. Solo me falta leer Juventud, la otra obra que compone su trilogía autobiográfica. Infancia también merece un post, así que pronto lo publicaré.
- Un libro que te hayan regalado. Durante la Feria del Libro de Bogotá realizada este año, la escritora argentina Selva Almada estuvo conversando sobre su obra Chicas muertas. Después de escucharla hablar con tanta pasión sobre las historias que componen este libro, mi hermana decidió comprarlo y regalármelo. Su lenguaje sencillo encierra un mensaje poderoso: el machismo hace que este mundo sea muy peligroso para las mujeres. Y sí, también merece un post aparte, porque la verdad me encantó.
- Una novela española de posguerra. 
- Pídele a un desconocido en la calle que te recomiende un libro.  Luego cómpralo o búscalo en una biblioteca y léelo. 
- Un libro que aborde alguna temática relevante para tu país en la actualidad. Los orígenes del totalitarismo de Hannah Arendt me parece absolutamente pertinente en este momento. Si tienen alguna otra recomendación, me gustaría leerla.
- Una novela policíaca. 

Aún me falta mucho, pero estoy segura que podré culminarlo de aquí a que termine el año. Me encantaría escuchar sus recomendaciones en todas las categorías pendientes y que me contaran, ¿cómo van ustedes con el Desafío? 
Joanna Ruiz Méndez