domingo, agosto 26, 2018

La forma de las ruinas



Carlos Carballo intenta robar el traje de Jorge Eliécer Gaitán y su intentona, y posterior arresto, no pasan desapercibidos por los medios. También llaman la atención de un escritor con el que  Carballo ha compartido su obsesión por el líder liberal asesinado en 1948. A partir de este hecho, el Juan Gabriel Vásquez de la ficción comienza a contar este relato que revela mucho de la historia de Colombia pero, sobre todo, de los colombianos.
La forma de las ruinas (Alfaguara), de Juan Gabriel Vásquez, es una historia fascinante en la que el protagonista -el propio Vásquez- comienza a verse rodeado de teorías de conspiración y engaños producto de la obsesión de Carballo, la cual se enfoca -pero no se limita- a dos hechos concretos: el asesinato de Galán y el de Rafael Uribe Uribe en 1914. Objetos históricos traídos al presente como una manera de luchar contra el olvido, coincidencias que se terminan convirtiendo en las evidencias de complots, personajes que parecen duplicarse y burlar el paso del tiempo: la novela está plena de elementos que van construyendo, poco a poco, un camino que no siempre es claro pero que el lector transita gustoso.
La forma de las ruinas le apuesta a los recuerdos, a lo que pudo haber sido y la reconstrucción de los hechos para evidenciar que no siempre lo que nos han contado -especialmente los libros de historia- puede ser considerado una verdad absoluta. Dudar es, por consiguiente, un acto necesario pero también peligroso. Carballo, un personaje patético y lastimero, termina llevando no solo al protagonista sino también al lector a un mundo en donde todas las versiones de un mismo hecho son una posibilidad.
La normalidad con que se asumen los sucesos extraordinarios y ese misterio que se va incorporando en las vidas aparentemente normales de los personajes me recordó mucho a Inquieta compañía de Carlos Fuentes -sin los elementos sobrenaturales, por supuesto-. La existencia de personajes dobles -o la presunción de su existencia-, así como la certeza de la historia/lastre me remitió a la Cubagua de Enrique Bernardo Núñez. Otro elemento me conectó profundamente con esta historia: la mención de Mónica Sarmiento, viuda de R.H. Moreno-Durán, con quien trabajé desde que llegué a Colombia hasta hace dos años.
Después de leer esta novela extraordinaria, me quedaron tres tareas pendientes:

1) Leer otra novela de Juan Gabriel Vásquez. Me encantó su estilo y su forma de narrar, estaba casi tan obsesionada con este libro como Carlos Carballo con Jorge Eliécer Gaitán y Rafael Uribe Uribe.

2) Leer algún libro de R.H. Moreno-Durán. Siempre ha estado en mis pendientes desde que conocí a Mónica y espero que este sea el año en el que finalmente conozca su trabajo.

3) Investigar más sobre la historia de Colombia. Así como alguna vez me dediqué a conocer la de Venezuela -lo que me permitió entender el porqué de la mayoría de nuestros problemas-, creo que el tiempo que he estado aquí me permitirá contextualizar mejor el pasado y, quizás, comprender mejor su presente.

Joanna Ruiz Méndez