jueves, julio 17, 2008

Bingo

A Víctor y Manuel.
- Esta jugada son tres mil. Si me los gano son 200 para cada uno de ustedes.
- Si quieres no nos das nada. Al menos 300.
- ¿Y si te los ganas tú?
- Bueno está bien, 200.
Los tres se callan. Ella mira el cartón ansiosa. Tiene los dedos manchados de marcador: sus manos delatan su condición de primeriza. Uno de ellos mira absorto los televisores que en ese momento muestran a Camilo Sesto joven cantando “Algo de mí”. El otro, el experto, el que ya sabe como repartir el dinero, calcula las posibilidades de ganar. No son muchas. Su cartón es malo.
Se apaga la voz de Camilo Sesto. Los televisores ahora muestran la máquina del bingo. Una muchacha del casino, autómata como un robot, da inicio a una nueva jugada. Los tres atacan su cartón y ella en su emoción, se vuelve a manchar de marcador las manos.
- 5, 20, 90, 7.
La muchacha dice los números casi sin respirar. Ella se comienza a reír.
- ¿De que te ríes?
- Creo que ya me comí unos números.
- ¿Y ahora?
- Han cantado línea –dice la muchacha autómata.
- ¡Que rabia! A mi me faltaba uno.
- A mí dos.
- A mí todos.
Ahora se ríen los tres. La muchacha-robot pregunta si no hay otra línea. Vuelve a preguntar. Es la pregunta de la cuál todo el mundo sabe la respuesta: según el sistema computarizado si hay otra línea, pero no la han cantado. Ella se pone nerviosa. Probablemente es ella. Revisa en el escaso tiempo su cartón. Parece que no era el suyo. Igual, ya retomaron la jugada y nadie reclamó su línea.
- 54, 1, 75
La muchacha hace una inflexión de voz que la hace sonar sensual en un mal momento. La próxima bola es…
- 69
Un ay largo y burlón, seguido de risas, la pone en evidencia. Para vengarse, dice los próximos números con mayor rapidez. Ya no se sabe si es 66 o 76, 8 o 28. Todo el mundo anota lo que puede. Después de un rato se escucha que alguien dice bingo sin ánimo, casi con fastidio.
- Han cantado bingo.
Durante la revisión los tres se miran esperanzados.
- Ojala no sea. Me faltaba uno solo.
- ¿Y por qué no dijiste para ligártelo?
- ¿Qué es eso?
- El bingo es correcto. Se hará entrega de los 3 millones de bolívares y pronto se dará inicio a una próxima jugada –dice la muchacha.
- ¿Por qué no dicen tres mil?
- No sé. Ya deberían decirlo con la reconversión.
Camilo Sesto vuelve a aparecer en los televisores cantando la sugerente ¿Quieres ser mi amante?
- ¿Ese no es Roberto Carlos?
- No vale, es Camilo Sesto.
- ¿Cómo sabes?
- Mi mamá tiene un disco de él. Además, a mi me gusta la música vieja.
Durante un rato, la conversación se aleja del juego. Los tres hablan de su vida, de la universidad, de porqué el mesonero no trae la carta si llevan más de media hora pidiéndosela. Hay que aprovechar: la comida es barata y más o menos buena.
- Próxima jugada: 2 millones de bolívares –dice otra de las muchachas del bingo a través del micrófono.
- ¡Si me lo gano son 100 para cada uno!
- ¡Que tacaño! Eso me lo gasto yo en dos horas.
- ¿Y si te lo ganas tú?
- Bueno, está bien, 100.

Joanna Ruiz Méndez

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