lunes, octubre 11, 2010

Credo y Verbos irregulares

Estos son los dos escritos de Aquiles Nazoa que les prometí ayer. ¡Disfrútenlos!

Credo

Creo en Pablo Picasso, todopoderoso, creador del cielo de la tierra.

Creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones, que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo, pero que cada día resucita en el corazón de los hombres.

Creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable.

Creo en los grillos que pueblan la noche de mágicos cristales.

Creo en el amolador que vive de fabricar estrellas con su rueda maravillosa.

Creo en la cualidad aérea del ser humano, configurada en el recuerdo de Isadora Duncan, abatiéndose como una purísima paloma herida bajo el cielo del Mediterráneo.

Creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente debajo de la almohada de mi niñez.

Creo en la fábula de Orfeo.

Creo en el sortilegio de la música, yo que en las horas de mi angustia vi, al conjuro de la Pavana de Fauré, salir liberada y radiante a la dulce Eurídice del infierno de mi alma.

Creo en Rainer María Rilke, héroe de la lucha del hombre por la belleza, que sacrificó su vida al acto de cortar una rosa para una mujer.

Creo en las flores que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia.

Creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar.

Creo en un barco esbelto y distantísimo que salió hace un siglo al encuentro de la aurora; su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles, y junto a sus sienes un resplandor de estrellas.

Creo en el perro de Ulises, en el gato risueño de Alicia en el País de las Maravillas, en el loro de Robinson Crusoe, en los ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta, en Beralfiro el caballo de Rolando, y en las abejas que labraron su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero.

Creo en la amistad como el invento más bello del hombre.

Creo en los poderes creadores del pueblo.

Creo en la poesía y, en fin, creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama.


Verbos irregulares

Estos son unos verbos que, a paso de tortuga,
Yo conjugo
Tú conjugas
Él conjuga…

Como sin garantía todo el mundo se inhibe,
yo no escribo,
tú no escribes,
él no escribe.

Sino mil tonterías que, de modo evidente,
yo no siento,
tú no sientes,
él no siente.

Pues de escribir las cosas que uno tiene en el seso,
yo voy preso,
tú vas preso,
él va preso.

O, rumbo al frío Norte, París o Gran Bretaña,
yo me extraño,
tú te extrañas,
él se extraña.

Y por eso, temiendo que nos cojan la falla,
yo me callo,
tú te callas,
él se calla.

Moraleja: Por la ley de chivato, que es una ley eterna,
yo gobierno,
tú gobiernas,
él gobierna.

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