Para los que estamos acostumbrados a los eternos veranos, los cambios de humor del clima en Vancouver resultan a veces un poco extravagantes. Un día el calor te seca hasta los pensamientos y rompe récords históricos: el verano tuvo los días más calientes que se habían registrado en más de treinta años. Pero otros días, ese mismo verano te regala días de un frío intenso que empieza congelándote la ropa y termina helándote los huesos y que te hace añorar el calor intenso que maldecías el día anterior.
En todo caso, Vancouver se las arregla para coquetear en cualquier clima. Cuando los días son soleados, absolutamente todo brilla: la grama, los árboles, la gente. Incluso los edificios, esos que son casi son todos de vidrio y le otorgaron a la ciudad el sobrenombre de “The City of glass”. Pero cuando el cielo está infinitamente gris, esa misma grama, esos mismos árboles, la misma gente y todos los edificios componen una hermosa nostalgia de pinos y nubes y olor de lluvia en el aire.
Sin embargo, por estos días se acerca el fin de la incertidumbre y comienza la certeza de la siguiente estación. Cada vez todo es menos verde, el paisaje se está pintando de marrón, rosa y amarillo y el frío ya no es pasajero sino constante. La naturaleza nos está avisando, sutilmente, que el otoño ya llegó.
En todo caso, Vancouver se las arregla para coquetear en cualquier clima. Cuando los días son soleados, absolutamente todo brilla: la grama, los árboles, la gente. Incluso los edificios, esos que son casi son todos de vidrio y le otorgaron a la ciudad el sobrenombre de “The City of glass”. Pero cuando el cielo está infinitamente gris, esa misma grama, esos mismos árboles, la misma gente y todos los edificios componen una hermosa nostalgia de pinos y nubes y olor de lluvia en el aire.
Sin embargo, por estos días se acerca el fin de la incertidumbre y comienza la certeza de la siguiente estación. Cada vez todo es menos verde, el paisaje se está pintando de marrón, rosa y amarillo y el frío ya no es pasajero sino constante. La naturaleza nos está avisando, sutilmente, que el otoño ya llegó.
Joanna Ruiz Méndez
2 comentarios:
Qué suerte disfrutar del clima, sea caluroso o no, de Vancouver. Quién pudiera estar recorriendo ese territorio mágico al lado del Pacífico.
Un saludo al lado del Atlántico.
Tienes razón Sam, conocer Vancouver es una oportunidad única. Lo mío en parte son los caprichos propios del que ha sido malcriado toda la vida por un verano eterno y benevolente, pero eso no me impide disfrutar de este territorio mágico como dices tú. Saludos para ti y bienvenido al blog.
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