La caja de los deseos del alemán Günter Grass es, como algunos han clasificado, una
autobiografía fantástica. Su trama es muy sencilla: un escritor se apoya en la
fotógrafa Mariechen, su gran amiga, para completar las piezas faltantes de las
historias que escribe y, de paso, acercarse a sus hijos. Solo basta que le diga
¡Dispara, Mariechen! y ella comienza a tomar fotos con su Agfa-Box. A
diferencia de las cámaras normales, la de Mariechen es capaz de captar imágenes
del pasado, pero también puede anticipar el futuro y plasmar los deseos de los personas
en las fotografías. Según ella, fue una cámara normal hasta que, después de un
bombardeo durante la guerra, enloqueció y comenzó a fotografiar lo imposible.
Las fotos tomadas con la Agfa-Box podían desde mostrar a los ochos
hijos comiéndose al padre en plena Edad de Piedra, hasta revelar el trayecto
desconocido que tomaba el perrito de la familia cada vez que se perdía. Era
capaz de hacer milagros, pero también de fabricar memorias y fantasías.
El lector conoce la relación al escritor y a Mariechen a través de
las conversaciones que sostienen durante todo el libro los ochos hijos del
escritor -producto de su relación con cuatro mujeres muy distintas entre sí-.
Pat, Jorsch, Lara, Taddel, Lena, Nana, Paulchen y Jasper alternan turnos para
tomar la palabra y dar su versión sobre la historia de la familia y hacerle reclamos –solapados o
evidentes- a su padre.
El Viejo –o papá, papuchi o papaíto, dependiendo del hijo o hija que
lo nombre- es un hombre que casi siempre estuvo ausente o aislado y que le dedicó demasiado tiempo
a la escritura de sus libros. Mariechen es siniestra, enigmática o generosa
dependiendo de quien hable de ella. Su particular forma de ser la convierten en
un referente indiscutible en la historia de ésta familia y su cámara es un puente entre el escritor y sus hijos. Como se
dice hacia el final de la novela: “Si ella y su Box no hubieran existido, el
padre sabría menos de sus hijos, habría perdido el hilo con demasiada
frecuencia, su amor no habría encontrado el camino por la puerta trasera
entreabierta -¡por favor, no la cerréis!- y no habría historias del cuarto
oscuro, ni siquiera las más retrospectivas, que hasta ahora han sido
silenciadas o insinuadas”.
La caja de los deseos forma parte de lo que se espera sea una trilogía que comenzó con Pelando la cebolla. Aunque me gustaría
leer esta última, creo que la obra en sí misma nos revela de forma efectiva la
vida de este escritor, sus relaciones familiares, obra literaria y pensamiento
político. Es una novela que se construye con base en recuerdos agridulces y
difíciles, en relaciones dilemáticas, en culpas permanentes y tristezas eternas,
pero también sobre experiencias anecdóticas, graciosas y extravagantes. Ésta podría ser, con pocas variantes, la historia de cualquier familia y por esta razón puede resultar dolorosa pero también cercana.
El elemento poderoso de esta historia es la cámara clarividente.
Gracias a este recurso los deseos, las culpas y los recuerdos se presentan como
imágenes y metáforas contundentes. El ¡Dispara, Mariechen! es una licencia
poética para mostrar el horror y la magia de la vida, de todas las vidas.
Primeras páginas de La caja de los deseos:
http://www.prisaediciones.com/uploads/ficheros/libro/primeras-paginas/200905/primeras-paginas-caja-deseos.pdf
Joanna Ruiz Méndez
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