lunes, noviembre 22, 2010

Cuentos alemanes de la posguerra


Escritos entre 1959-1969, Doce cuentos cortos alemanes (escritos en la posguerra) es una compilación de historias envueltas en una atmósfera deprimente y lúgubre que casi siempre se tiñe de visos de irrealidad. Lo extraño es el elemento común, mientras que la locura y la miseria son dos presencias latentes y constantes en la existencia cotidiana de los personajes.
Aunque la guerra es una temática implícita en cada cuento, casi nunca es el tópico central de las historias. Quizás sea en Alguien adquirió un receptor, de Ina Seidel, dónde más se refleja la desesperanza y desesperación producto del conflicto bélico en el que Alemania quedó, fáctica y moralmente, vencida. Allí el protagonista, atormentado por sus fantasmas, comienza a revivir el horror de sus experiencias en la guerra a través de un elemento común y cotidiano: un radio.
En El suicidio de Wolfdietrich Schnurre el tema es el amor y más específicamente, los celos. En Todo, de Ingeborg Bachmann, el narrador protagonista del relato reconoce su oposición a los dogmas sociales y al modelo educativo existente, pero no parece asumir el verdadero trasfondo de su postura: su total incapacidad de comunicarse y entender a los demás. En Experiencia a lo Dostoievski de Herbert Eisenreich la fatalidad se hace presente por un aparente acto de bondad y buena conciencia; en La historia de Isidoro de Max Frisch, la desgracia familiar es producto de un descuido y una frase.
Trenes en la niebla de Günter Eich narra la historia de dos hermanos a los que la miseria empuja por caminos muy diferentes. Aquí el tema bélico también se hace explícito en una frase lapidaria: “son los años, la milicia, la guerra, sin hogar… así embrutecí. Todo es una mierda”. Marie Luise Kaschnitz recrea una experiencia fantástica en Fantasmas. Entrega a domicilio sin costo adicional, de Günter Kunert –uno de mis cuentos favoritos de esta obra- relata de forma grotesca como se tienen que asumir, así sea a la fuerza, todas nuestras culpas.
El autor de Anécdota doble, Hubert Fichte, ensaya en este cuento una historia sin protagonistas y narra un mismo suceso condicionado por diferentes circunstancias. El narrador protagonista de Tibten, de Heinrich Böll, es un personaje extraño pero sólo para los ojos de los demás; él aprueba totalmente su existencia y hasta la asume con algo de orgullo. El hombre atado de Ilse Aichinger plantea el tema de la libertad de forma dilemática y posee ciertos visos kafkianos; de hecho, aunque dentro de la obra se compare el inicio del cuento con el de La Metamorfosis, a mí toda la historia se me asemeja a Un artista del hambre, también de Franz Kafka. El último cuento, El congelado sonriente de Hans Erich Nossack, intenta un mensaje cuasi esperanzador para una situación deprimente y fatídica.
Todos los cuentos que conforman esta obra fueron compilados por la profesora Lotte de Vareschi y traducidos por Yolanda Steffens; el imperdible prólogo estuvo a cargo de Henning Schroedter-Alberts. Aunque a veces la presencia de ciertos coloquialismos venezolanos pudiera incomodar al lector, en líneas generales Doce cuentos cortos alemanes (escritos en la posguerra) es una obra ideal para acercarse a la literatura germana. En particular la disfruté mucho y me complace informarles que conseguí el libro completo en Internet, para aquellos que no puedan adquirir la versión impresa. Aquí va el link:

http://www.elperroylarana.gob.ve/phocadownload/docecuentoscortosalemanes.pdf

La página demora un poco en cargar, pero sí funciona. Espero disfruten estos cuentos tanto como yo.

Joanna Ruiz Méndez

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