Vamos a brindar por este encuentro. Vamos a chocar suavemente nuestros cuerpos, como si fueran copas, y digamos al mismo tiempo.
Salud.
Brindemos así, porque tú no tomas. Ni un poquito, ni una gota de alcohol. Yo sí tomo; antes mucho, ahora poco. En este brindis cedo a la tentación de una pregunta: ¿por qué tú? Tú no sabes nada del mundo que me rodea. Tampoco del mundo que he creado, a partir de retazos, en mi cabeza. No conoces mi colegio chiquito en La Pastora, ni las canciones que me han salvado del psicólogo y tampoco las incoherencias que pienso el minuto antes de quedarme profundamente dormida. No conoces mi vida en libros, no tienes ni idea cuantas personas he sido ni por cuantas he llorado, no sabes la nostalgia de las historias que comienzan hace cien años y terminan el día de hoy. No sabes. Pero igual.
Salud.
Igual también se puede brindar con agua. Esa que tanto te gusta y que allá, en tu tierra, sólo encuentras en oasis. Sé que no es así, pero me gusta imaginármelo. Me gusta imaginar que vienes de un mundo mágico, de sabores fuertes y exquisitos, perfumes exóticos y alfombras voladoras. Igual, sólo adivino. De ti sólo sé que te conocí en un día caliente en que el sol se negó a esconderse. Hubo sol de día, hubo sol de noche y hubo sol en las almohadas y en los sueños. El mundo amarillo en el que te vi por primera vez me anuncio lo que vendría, pero al principio no hice caso, no pude prever la dimensión de tu presencia en ese momento y en ese lugar. No entendía del todo lo que tú llamas maktub, yo destino y alguien más práctico seguro llamará timing. Lo que sea.
Salud.
¿Sabes? No hay mejor brindis que el que se hace en silencio. O con palabras que adornen, nunca que definan, que determinan, que decreten. Brindemos con nuestros cuerpos, con agua o en silencio. Brindemos como sea. Hay motivos; antes había pocos, hoy hay muchos más. Brindemos por mi vida real y mi vida ficticia; brindemos por la frontera entre ambas. Allí está mi morada. Brindemos por ti, por los que eres y lo que imagino que eres. Eso es lo que amo de ti. Por los días amarillos, brindemos. Por todo lo que no sabes. Por todo lo que yo también desconozco. Por las contradicciones que nos rodean y nos salvan. Por todo, aunque suene a demasiado.
Salud.
Joanna Ruiz Méndez