"Cambiando lo amargo por miel
y la gris ciudad
por ROSAS"
Viernes 3 A.M., Serú Girán
domingo, septiembre 20, 2009
miércoles, septiembre 09, 2009
Este clima en Vancouver
Para los que estamos acostumbrados a los eternos veranos, los cambios de humor del clima en Vancouver resultan a veces un poco extravagantes. Un día el calor te seca hasta los pensamientos y rompe récords históricos: el verano tuvo los días más calientes que se habían registrado en más de treinta años. Pero otros días, ese mismo verano te regala días de un frío intenso que empieza congelándote la ropa y termina helándote los huesos y que te hace añorar el calor intenso que maldecías el día anterior.
En todo caso, Vancouver se las arregla para coquetear en cualquier clima. Cuando los días son soleados, absolutamente todo brilla: la grama, los árboles, la gente. Incluso los edificios, esos que son casi son todos de vidrio y le otorgaron a la ciudad el sobrenombre de “The City of glass”. Pero cuando el cielo está infinitamente gris, esa misma grama, esos mismos árboles, la misma gente y todos los edificios componen una hermosa nostalgia de pinos y nubes y olor de lluvia en el aire.
Sin embargo, por estos días se acerca el fin de la incertidumbre y comienza la certeza de la siguiente estación. Cada vez todo es menos verde, el paisaje se está pintando de marrón, rosa y amarillo y el frío ya no es pasajero sino constante. La naturaleza nos está avisando, sutilmente, que el otoño ya llegó.
En todo caso, Vancouver se las arregla para coquetear en cualquier clima. Cuando los días son soleados, absolutamente todo brilla: la grama, los árboles, la gente. Incluso los edificios, esos que son casi son todos de vidrio y le otorgaron a la ciudad el sobrenombre de “The City of glass”. Pero cuando el cielo está infinitamente gris, esa misma grama, esos mismos árboles, la misma gente y todos los edificios componen una hermosa nostalgia de pinos y nubes y olor de lluvia en el aire.
Sin embargo, por estos días se acerca el fin de la incertidumbre y comienza la certeza de la siguiente estación. Cada vez todo es menos verde, el paisaje se está pintando de marrón, rosa y amarillo y el frío ya no es pasajero sino constante. La naturaleza nos está avisando, sutilmente, que el otoño ya llegó.
Joanna Ruiz Méndez